Se ha llegado a decir que los perritos no tienen maldad, y esto no podría ser más cierto. Nuestros amigos de cuatro patas llegaron al mundo para compartir amor, compañia y alegría. Por eso, cuando monstruos como Sergio "N" aparecen en la vida pública, la sociedad se horroriza (con justa razón) y clama justicia por aquellos que no pueden defenderse.
Lo que ocurrió en Tecámac, Estado de México, conmovió al país y ahora sabemos que el perrito, bautizado en redes sociales como "Benito", dejó un hueco en la familia que lo bautizó cariñosamente como "Scooby", igual que ese canino valiente de las caricaturas. Aquí te contamos su historia.
"Lo extraño mucho" dijo su pequeño dueño
Aunque un inicio se difundió que Scooby era un perrito callejero, al igual que el lomito que lo acompaña en el infame video, la realidad es que el canino era cuidado por Roberto desde el año pasado.
El niño de ocho de años detalló que su mascota tenía poco más de seis meses de edad, era "muy juguetón" y regularmente lo acompañaba a hacer mandados o a comprar en la tienda.
Aquella tarde del domingo 28 de mayo, Roberto y Scooby salieron a comprar cuando la mascota se despegó del menor por un momento. Fue ahí cuando el niño lo perdió de vista y no fue hasta que los chillidos desesperados lo hicieron reencontrarse con su querido amigo, pero este ya tenía quemaduras de gravedad. El monstruo Sergio "N" lo había arrojado a un cazo con aceite hirviendo a la par de gritarle al dueño de la carnicería "Chucky" la frase "Para que veas que no estoy jugando".
Para un medio local, Roberto dijo entre lágrimas que "extraña mucho a Scooby" además de contar que cuando lograron sacar al perrito de ese infierno en vida al que se le condenó, le tomó su patita y se quedó con el hasta que cerró sus ojos.
Lo que viene para Sergio "N"
Luego de su detención en Coyoacán, Sergio "N" podría alcanzar una pena de hasta seis años de prisión de ser encontrado culpable, aunque el video habla por sí solo cuando a pruebas nos referimos. A eso se suma la presión que inyectan las asociaciones y colectivos en defensa de los animales.
Este caso nos hace reflexionar cuantos Scoobys existen todos los días en nuestro país, víctimas de la emoción más iracundo del humano. Sobre este acontecimiento, del que incluso el presidente López Obrador opinó, todavía nos queda esperar el final jurídico para Sergio "N". Pero para Scooby, ese final no llegará porque definitivamente su legado ya se siente y se seguirá sintiendo como precedente cuando hablemos de la lucha a favor los que no tienen voz.
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