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La falta de oportunidades y redes de cuidado adecuadas obliga a niñas, niños y adolescentes a realizar jornadas extenuantes y a exponerse a riesgos delictivos. Es un problema persistente en el mundo entero y, desgraciadamente, el Edomex no es la excepción: hay más de 318 mil menores trabajando.
Se trata de niñas, niños y adolescentes de entre 5 y 17 años laborando, muchos de ellos en condiciones no permitidas o peligrosas debido a la pobreza y la violencia que enfrentan sus familias y comunidades.
Aunque la Ley Federal del Trabajo prohíbe que menores de 15 años laboren, y establece requisitos estrictos para que los adolescentes de 15 y 16 años puedan trabajar legalmente con permiso, la informalidad y la necesidad económica continúan impulsando el trabajo infantil.
Según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) del INEGI, los menores trabajan para apoyar la economía de sus hogares y, a pesar de que en algunos entornos está normalizado, Ruth Salinas Reyes, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso mexiquense recuerda que se trata de “una nueva forma de esclavitud moderna”.
Ahora bien, están los casos en los que las carencias económicas arrastran a las familias a incluir a niñas y niños en labores que no son adecuadas para su edad; y también los casos en los que grupos delictivos obligan a menores a participar en sus organizaciones: sucede en municipios del sur del estado, colindantes con Guerrero y Michoacán, donde las familias no denuncian por miedo a represalias.
Es fundamental fortalecer las políticas públicas y la supervisión para proteger los derechos y el bienestar de los menores, pero también sumar investigación para abordar el fenómeno desde la raíz.
